jueves, 21 de junio de 2012
LO MEJOR DE EVA
Eva (Leonor Watling), una juez íntegra y rigurosa, se enfrenta al proceso judicial más importante de su carrera: el asesinato de una joven de Europa del Este, en el que está implicado un poderoso empresario (Helio Pedregal). La presencia de un irresistible testigo (Miguel Ángel Silvestre), gigoló de profesión y amigo de la víctima, la sitúa frente a un espinoso dilema: resistirse o dejarse seducir, traspasando los límites de la ley.
Me apetecía hacer una reflexión sobre el film de Mariano Barroso, que se estrenó hace algo más de un par de meses. Sin embargo, este producto patrio tiene cosas que merece la pena resaltar. Por un lado, haber probado con el cine de género, el de la intriga judicial concretamente, envuelto en un halo de thriller erótico que hace de este al menos un notable intento de salirse de las directrices a las que nos tiene acostumbradas el cine nacional. Otra de las cosas sobre la que hay que hacer mención y me ha llamado gratamente la atención es lo bien dibujado que está el personaje de Eva (Leonor Watling), a lo que contribuye enormemente el trabajo de la actriz, dotándolo de muchos matices y con aristas, haciéndola que emerja por encima del relato. Y digo que emerge por encima del relato porque la trama es relativamente sencilla dentro del género en el que nos movemos. El argumento recuerda levemente a la película estadounidense “Fracture” con Ryan Gosling y Anthony Hopkins a ambos lados de la fina línea de la ley, dónde con una sencilla estrategia uno desacredita el testigo del otro. Aquí hay ciertos matices que la diferencian de esta, pero la idea es prácticamente la misma. Los primeros compases son inquietantes y están excelentemente narrados, a pesar de que nos vemos venir por dónde van a ir los tiros del suspense, pero poco a poco se va desdibujando ya que desde un principio entendemos las intenciones del personaje de Silvestre. Por ello, nos queda un thriller correcto sin más, que triunfa más al ahondar en las emociones y en las personalidades de los personajes femeninos, y sobre todo en el de su protagonista.
Respecto al guion, como se ha apuntado ligeramente antes, hay que decir que están mucho mejor escritos los personajes femeninos (tanto el de Watling como el de Nathalie Poza o incluso el de Adriana Ugarte) que cualquiera de los masculinos (el de Miguel Ángel Silvestre crea cierto halo de misterio al principio, pero es solo una quimera. Helio Pedregal, por otro lado, es el estereotipo de empresario psicópata sin escrúpulos que siempre se ha salido con la suya). Resaltar la interpretación también de la siempre adecuada Adriana Ugarte, que introduce el elemento familiar en el personaje de Eva con una fuerza y un contrapunto digno de elogio. El triángulo femenino, que pivota en Eva, y que se establece con respecto a la mujer del acusado y su hermana, descansando finalmente en el testigo gigoló que pone su vida patas arriba, es lo suficientemente potente emocionalmente como para sustentar medianamente el film. Barroso da fe por tanto del gran conocimiento que tiene sobre el género femenino y sus inquietudes, y de los fantasmas emocionales que aterran a los humanos, dejando constancia de esto hace poco con la serie “Todas las mujeres” de Televisión Española. Mi puntuación: un 6,5 sobre 10.
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