Este 11 de Mayo acabó en EEUU la cuarta temporada de la serie creada por J.J. Abrahms, una vez anunciado hace un par de semanas que renovaría por una última y quinta temporada. Este capítulo (que no fue doble, como otras veces) se me antojó un poco flojo respecto a otros finales de temporada, tal vez porque este tiene un cierto aroma a final de serie. Parece probable que casi lo único que rodaron por si continuaban era esa última breve escena en la que se nos avisa de que alguien viene y que parece entroncar con la historia futura que ya se avistó en el capítulo “Letters of transit”, y que dejó claro que tiene una continuación.
Si es cierto que nos encontramos con imágenes muy potentes como el inicio de capítulo, viendo una visión a lo Adán y Eva del paraíso que Bell tiene intención de crear, o momentos impactantes dramática y visualmente como son: el terrorífico cuestionario al ya difunto cuerpo de Jessica Holt (de lo más inquietante y cómico a la vez que he visto en mucho tiempo), que además recupera a la actriz de “Lost” Rebecca Mader; y la provisional muerte de “Olivia” con su posterior resucitación. Si realmente hubiera muerto Olivia, a pesar de hipotecar enormemente a los guionistas (ya que se tendrían que romperse la sesera para que Anna Torva apareciese la próxima temporada), sería un excelente culmen para el personaje de Walter, que para mí ha sido el verdadero protagonista de la serie en su conflicto tanto con su hijo como consigo mismo. Probablemente, aquí podría haber acabo la serie: Walter asesinando a Olivia para salvar los dos universos, en contraste a su pasado en el que salvó a su hijo creando una grieta que más tarde casi destruiría los dos universos. A la vez, Broyles era ascendido por haber logrado frenar la colisión entre los dos universos.
De lo más decepcionante del capítulo creo que son los parlamentos de William Bell (Leonard Nimoy), que son muy literarios y demasiado pedantes, muy al estilo de malo acaricia gatos con complejo de Dios. Parece que tiene que explicar demasiado todo y sonar demasiado inteligente para que logremos creernos que tenía planeado crear un nuevo mundo cual Arca de Noé, por lo que resultan decepcionantes los diálogos con Walter, desvirtuando el personaje que ya se nos reveló en el penúltimo capítulo como verdadero el verdadero villano de la serie (haciendo que por otro lado David Robert Jones pasara un poco de puntillas en este final). Para ir acabando, hay que apuntar que en esta “season finale” se olvidan totalmente de los personajes que no son totalmente protagónicos de la serie. Es decir, este capítulo se centra total y exclusivamente en Walter, Olivia y Peter, relegando a un papel casi esporádico a Broyles, Nina o Astrid. Por otro lado, parece que ya prácticamente nos podemos olvidar de los personajes del universo alternativo, dónde recordemos, se nos ha quedado Lincoln (¿será que el actor no ha firmado para la siguiente temporada?).
Es casi seguro que los últimos trece episodios que restan para la finalización de la ficción estarán centrados en contarnos como se desarrolló y qué consecuencias ha traído la invasión de los observadores al universo Fringe, y qué es lo que hacen nuestros protagonistas para arreglarlo. La cuestión es de qué forma y con qué recursos narrativos (¿Juegos temporales, otro nuevo giro respecto al mundo de los universos paralelos?). Con todo esto, aparecen varios interrogantes a la vista; ¿Tendremos de nuevo a William Bell de vuelta? ¿Retomarán el papel de Charlie Francis en alguna de sus versiones? ¿Qué pasará con Lincoln? ¿Se supone que la muerte de la que se ha advertido en estos últimos capítulos ya ha sucedido u Olivia morirá de verdad?
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