lunes, 7 de marzo de 2011
EL AMOR Y OTRAS COSAS IMPOSIBLES.
Emilia (Natalie Portman) es una licenciada en Derecho por la Universidad de Harvard que se acaba de casar con Jack (Scott Cohen), un importante abogado neoyorquino que era su jefe, y que estaba casado, cuando ella empezó a trabajar en su bufete. Desgraciadamente, la vida de Emilia da un vuelco inesperado cuando Jack y ella pierden a su hija recién nacida.
“El amor y otras cosas imposibles” es de las películas y de los directores de los últimos tiempos que en mi opinión más se ha acercado en abrir una ventanita para ver el alma humana. La profundidad psicológica de los personajes es extraordinaria y está hábilmente dibujada, y a eso contribuye un trabajo excepcional tanto de Natalie Portman en primer lugar como también la gran elección que supone el chico joven para el reparto (Charlie Tahan). Natalie Portman realiza una labor de contención dramática digna de alabar. Su personaje está al borde de la ruptura emocional, es incapaz de lo que los americanos llaman con más estilo “keep move on” (o seguir adelante). La culpa y el terror la devora de adentro a afuera y eso se extrapola a todas sus relaciones, que de distintas maneras intentan sobrellevar la situación en la que está y darla un margen de cambio, pero cómo es incapaz de evolucionar y está estancada en el dolor sólo hace que las cosas vayan a peor, sin que sea su voluntad ni su intención, pero irremediablemente al estar rota por dentro es incapaz de construir nada sólido hasta que se despoje de la culpa. En algunos momentos el film es muy duro: incluso cuando varias veces parece que se ve un atisbo de esperanza o cómo la luz empieza a salir de la cueva, el bloqueo emocional de la protagonista lo echa a perder una y otra vez. El final resulta una satisfactoria catarsis, que no acaba felizmente para todos, algo muy acorde y en la dirección de la naturaleza de la trama y los protagonistas propuestos, y que es a mi entender una forma muy lógica y consecuente de acabar la narración.
El film está dotado de un interesante y estimulante juego de la línea narrativa, que resulta un poco desconcertante al principio pero que toma forma a medida que vamos entrando en su juego, y que es un arma útil para desplegar la emocionalidad que envuelve a la protagonista, sus causas y sus consecuencias. Los diálogos son muy humanos y de una naturalidad desbordante, no hay excedencias ni edulcorantes llamativos para hacerlos más llevaderos o más resultones, así como las reacciones y las formas de lidiar con la situación de los protagonistas. Por esto, esta cinta tiene cierto aire europeo, y la contribución de Natalie Portman y el resto de sus protagonistas hacen de éste un producto muy maduro, que a cierto sector de público puede resultar un poco pesada, y con una trama que parece que no avanza y va a trompicones, pero que tiene un calado emocional y psicológico muy potente.
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